MENAJE

Un fregadero es una seña de identidad. Una noticia o el artículo de una revista, ilustrados con la foto de una pila llena de cacharros, ya anticipa el texto. Quienes gustan de dividir a la humanidad en dos grupos,  incluirán en uno  a quienes dejan que los restos se sequen  sobre los platos sucios, añadiendo epítetos que sitúan cerca el fin de la civilización. Todo un modo de vida es aquel que marca la premura en recoger la mesa y dejar el fregadero y la cocina como parte de un piso piloto, donde nunca ha vivido nadie.

Los hedonistas, por el contrario, no tienen prisa y alargan la sobremesa o la siesta. Quién sabe si un milagro hará desaparecer todos los cacharros de la pila, y, si no ocurre, se encontrarán horas después, como viejos amigos y se irán limpiando mutuamente, uno de restos y  otro, de culpa.